A medida que el clima mundial continúa cambiando, se acrecientan los costos y los daños derivados del aumento de los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el calentamiento del planeta. Aunque todos los países se ven afectados, las naciones en desarrollo sufren la mayor parte de las pérdidas de vidas y medios de subsistencia ocasionadas por inundaciones, sequías y tormentas cada vez más intensas.
“El tifón Haiyan, el más fuerte que haya sufrido Filipinas en toda su historia, ha puesto de relieve con claridad que el cambio climático está intensificando la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos, cuyos efectos perjudiciales afectan en mayor medida a los pobres”, señaló Jim Yong Kim, presidente del Grupo del Banco Mundial. “Si bien hoy debemos centrar la atención en medidas inmediatas de socorro, estos trágicos eventos demuestran que la comunidad mundial ya no puede permitirse el lujo de postergar las medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y debe ayudar a los países a prepararse para subsistir en un planeta que afronta mayores riesgos climáticos y de desastre”.
Según un nuevo informe del Banco Mundial, que se dio a conocer hoy en el contexto de las deliberaciones sobre el clima organizadas por las Naciones Unidas en Varsovia, puede hacerse todavía más para ayudar a los países vulnerables a adaptarse al cambio climático y a adoptar medidas para prepararse y responder ante los desastres relacionados con el clima. En este informe —titulado Crear resiliencia mediante la integración de los riesgos climáticos y de desastre en el proceso de desarrollo— se analizan los efectos graduales o de evolución lenta del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, la salinización de las fuentes de agua dulce y las sequías, así como fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones, las olas de calor o los ciclones.
En el informe, que se elaboró antes de que el tifón Haiyan dejara una estela de muerte y destrucción a su paso por Filipinas, se describen los costos de los desastres meteorológicos en términos de la pérdida de vidas y empleos y las pérdidas y los daños ocasionados a la propiedad privada y la infraestructura, y en particular su impacto en los pobres.
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