A propósito de un interesante debate que se ha generado en la Unión Europea sobre el daño que provoca el uso de pesticidas a las abejas, el influyente diario inglés The Guardian publicó en días pasados un artículo con el sugestivo título: ¿Cuál es el valor de las abejas?
En efecto, la Comisión Europea propuso una suspensión de dos años en el uso de insecticidas que provocan serios daños a la vida de las abejas, iniciativa que no contó con el apoyo de Alemania ni de Gran Bretaña.
Más allá de este debate, el escenario de la naturaleza es gigantesco, y es allí donde aparecen otras preguntas: ¿cuál es el valor que les damos a otros millones de especies que conviven con nosotros en el planeta? Según la economía convencional, la respuesta sería que en los mercados todo es sujeto de intercambio y de precios, incluso la vida humana. Esta última y lucrativa actividad realizan, de manera diaria, las aseguradoras cuando determinan un seguro de vida, en función de nuestros ingresos, expectativas de vida, niveles de educación, etc. Pero esto, que aparece en la sociedad como un servicio beneficioso y a la vez práctico, enfrenta dilemas éticos.
Fander Falconí
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