Suele referirse al sistema de monitoreo de la deforestación de Brasil —que continúa con medidas de aplicación sobre el terreno—como un elemento clave de la notable reducción en la deforestación de la Amazonía en los últimos diez años.
Pero la apertura y la transparencia del sistema son, cuando menos, tan importantes como sus innovaciones técnicas y políticas, según los expertos.
Valeriano Dalton de Morrison trabaja en el equivalente de Brasil de la NASA, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), desde la década de 1980.
Con una cola de caballo plateada y una influencia californiana, parece más una antigua estrella de rock que un científico. Sin embargo, coordina el programa del INPE de monitoreo de la deforestación, que comprende el sistema de monitoreo satelital, el Programa de Cálculo de la Deforestación de Amazonía (PRODES).
Desde 1988, los satélites PRODES llevan un registro de la deforestación anual en la Amazonía brasileña, aunque un programa anterior comenzó a utilizar satélites en 1970.
Durante los años noventa, los científicos del INPE se quedaron sentados viendo en sus computadoras cómo la destrucción alcanzaba un récord histórico: el desmonte de casi 30,000 km2 en 1995. Lo que resultó aún más frustrante, según Valeriano, fue que los datos no estaban a disposición del público.
“Nos quitaba el sueño en aquella época”, dijo.
“Era muy preocupante ver la gran deforestación que se producía día tras día, y ver que… el sistema de aplicación de la ley no estaba establecido por completo. Por lo tanto, podíamos ver que pasaban estas cosas, pero no se podía hacer nada”.
“No era bueno que la institución contara con la información y no la publicara de modo que estuviera disponible para que cualquiera pudiera comprobar, verificar”.
Todo esto cambió en 2003, cuando el nuevo Gobierno de Brasil decidió dar al público acceso en línea completo a las imágenes satelitales, mapas y estadísticas del PRODES.
“En ese momento, nos convertimos en el proveedor de información estratégica para el control de la deforestación”, asegura Valeriano.
“Queríamos brindarles a todas las personas los medios para verificar el mapa, para comprobar su precisión”.
“Obtuvimos una muy buena respuesta, incluso aquellos que mostraban escépticos respecto de nuestras capacidades pudieron finalmente ponerlo a prueba, y el producto se ganó el respeto de muchos usuarios”.
Lo que es aún más importante, explicó Valeriano, es que con la publicación de los datos se involucró al público en la lucha de Brasil contra la deforestación.
“Cerró el círculo”, afirmó. “De alguna manera, permite que la sociedad verifique el avance del control de la deforestación. Sabe dónde funciona, y en los lugares donde se demuestra que no funciona, puede exigir acciones para esas áreas”.
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