Los expertos de América Latina y el Caribe se reunieron ayer en la Conferencia Anual FOROMIC en Guayaquil, Ecuador, para reflexionar sobre la evolución de la inversión de impacto.
Según una encuesta por JP Morgan y el Global Impact Investing Network survey, la cartera actual de la inversión de impacto se estima en US$50 millones a nivel mundial y se espera que crezca en US$400 mil millones en los próximos cinco años.
La industria es especialmente relevante para los mercados emergentes, donde el setenta por ciento del capital de inversión fluye. Dicho esto, la conferencia ofreció un momento para la auto-reflexión sobre cómo ha evolucionado la industria y hacia dónde se dirige.
1. Ya no se necesita una explicación
Daniel Izzo, co-fundador de Vox Capital -el primer fondo de inversión de impacto en Brasil-, explicó que una clara señal de la madurez de la industria es que ya no existe la necesidad de explicar el concepto. Hoy en día, sus clientes y socios rara vez lo confunden con la filantropía, y al ser abordados acerca de la inversión de impacto, ya no creen que se les esté pidiendo donaciones.
2. Todos los inversores son bienvenidos
El hecho de que más gente sepa de qué se trata la inversión de impacto, junto con el esfuerzo mundial para estandarizar el mercado, han facilitado la obtención de capital. Desde que el interés en este tipo de activo ha ampliado su enfoque más allá de los inversores sociales y fundaciones, se puede ahora recaudar capital en puntos de venta tradicionales, como los fondos de pensiones y compañías de seguros. A medida que las inversiones sigan cumpliendo o excediendo las expectativas financieras, se espera que esta tendencia continúe al alza.
3. La creación de valor a largo plazo
Las estrategias de inversión que se centran en la creación de valor en lugar de los beneficios a corto plazo no sólo son más populares, sino también más exitosas. Según la experiencia de Vox Capital, una estrategia de este tipo se correlaciona positivamente con la lealtad del cliente y mejores historiales de rendimiento.Alberto Riaño, Director Ejecutivo del Fondo Inversor en Colombia de $12 millones, explicó la forma en que se involucra las pequeñas empresas a través de toda la cadena de suministro en uno de sus hoteles de la comunidad, liderado por indígenas. Estas no son soluciones a corto plazo. Invertir en la calidad y la estandarización de las frutas, el pescado y el café suministrado al hotel, tiene costos iniciales pero ha demostrado merecer la pena ambos socialmente y financieramente.
4. Una nueva generación de inversores
La próxima generación de inversionistas y líderes de negocios está valorando el componente de impacto casi tanto como el aspecto financiero. Sandra Darville del Grupo del BID, quien administra la eficacia del desarrollo de una cartera de más de US$5 mil millones, citó una encuesta de Deloitte que dijó que dos tercios de la generación del milenio piensa que las empresas deben hacer más para apoyar a la escasez de recursos, el cambio climático y la desigualdad de ingresos.
Guy Balan del Fondo Leopard Haití, comentó que él está viendo a los jóvenes más comprometidos en el cambio social de Haití. Su fondo proporciona las habilidades de gestión financiera y el capital que la próxima generación de empresarios haitianos necesita para convertir proyectos impactantes en negocios viables.
5. Resultados, resultados, resultados
Mientras que la inversión de impacto adquiere una mayor conciencia pública, el reto consiste en medir y mostrar resultados. Los panelistas coincidieron en que hay que seguir comunicando los resultados financieros precisos para reforzar su viabilidad comercial. Los proyectos del sector a menudo superan a los proyectos sin la intencionalidad impacto.
En su forma actual, la gestión financiera es un ejercicio costoso que precisa de numerosos profesionales como directores financieros, profesionales presupuestarios y contables. Aquellos proyectos dispuestos a destinar apenas una fracción de sus recursos humanos en la medición de los resultados sociales y ambientales, pueden diferenciarse de la competencia. Como comentó Izzo, “[la medición resultados] no es una cuestión de coste, sino una cuestión de prioridad.”
6. Hablando el mismo idioma
Al comienzo, el léxico de las instituciones financieras de desarrollo (IFD), extranjero al sector bancario, dificultó la comunicación de los profesionales del desarrollo con los inversores y gestores de fondos. El cuarenta por ciento de la inversión de impacto se maneja las IFD. El mismo lo hace con el apoyo. Por ello, diferentes departamentos del sector privado de las IFD están armonizando cada vez más sus estrategias de verborrea y de crecimiento con las de los mercados financieros. Esto permite que todas las personas en el ecosistema hablen una lengua común, desmitificando el sector para los inversores más tradicionales sin dejar de ser riguroso sobre los resultados y el impacto.
Fuente: FOMIN