¿Por qué están interesados los países en desarrollo en producir biocombustibles? ¿No deberían concentrarse en producir alimentos?
La producción y el uso de bioenergía está creciendo en muchas partes del mundo mientras los países tratan de diversificar sus fuentes de energía y promover el desarrollo sostenible.
Desde luego, la producción de cultivos para obtener biocombustibles no debe competir con la producción de alimentos o afectar negativamente a la seguridad alimentaria. Pero no tienen que excluirse mutuamente, si se desarrollan en la forma adecuada, un próspero sector de biocarburantes puede hacer importantes contribuciones al país al aumentar el acceso a la energía y la seguridad alimentaria.
Pasar de los sistemas bioenergéticos tradicionales a los modernos puede reducir la deforestación y liberar a las mujeres y a los niños de la recogida de leña y ayudar a reducir las enfermedades que produce la contaminación atmosférica. También puede disminuir la dependencia de los combustibles fósiles importados, mejorar la seguridad energética, así como sus saldos de divisas. Además, la producción y el uso de bioenergía puede ampliar el acceso a servicios modernos de energía y llevar infraestructura, como carreteras, telecomunicaciones, escuelas y centros de salud a las zonas rurales pobres. En esas zonas, la bioenergía ofrece la oportunidad de aumentar los ingresos de los pequeños agricultores, reducir la pobreza y disminuir la diferencia entre ricos y pobres. En los centros urbanos, el uso de biocarburantes en el transporte puede mejorar la calidad del aire.
¿También acarrea riesgos?
Si no se administra de forma sostenible, el desarrollo de la bioenergía puede ejercer una presión adicional sobre la biodiversidad, los escasos recursos hídricos y la seguridad alimentaria. Si no está bien planificado el uso de la tierra y no hay una supervisión adecuada, puede aumentar la deforestación, producirse pérdida de turberas y degradación de las tierras, con las consiguientes repercusiones negativas generales en el cambio climático. Donde la tenencia de la tierra es insegura, las comunidades pueden ser desplazadas y perder acceso a las tierras y a otros recursos naturales.
¿Qué indicadores de sostenibilidad han creado la FAO y la Asociación Mundial de la Bioenergía y cómo se pueden utilizar?
La Asociación Global de la Bioenergía (GBEP) ha elaborado un conjunto de 24 indicadores para la evaluación y seguimiento nacional de la sostenibilidad de la bioenergía. Estos indicadores sirven para todos los tipos de biocombustibles (p. ej. etanol, biodiesel, biogás) para la electricidad, la calefacción y el transporte. La FAO ha proporcionado una considerable asistencia técnica a este trabajo, y también es uno de los miembros fundadores de la Asociación cuya Secretaría alberga en Roma. Los indicadores tienen por objetivo informar a los responsables de formular las políticas sobre los aspectos ambientales, sociales y económicos del sector bioenergético en su país y guiarlos hacia políticas que promuevan el desarrollo sostenible. Con una medición cronológica, estos indicadores revelarán el progreso o alejamiento respecto a una vía nacionalmente establecida del desarrollo sostenible.
La indicadores de la Asociación son únicos porque son producto de la única iniciativa multilateral que ha creado consenso sobre la producción y el uso sostenibles de la bioenergía entre una amplia variedad de gobiernos nacionales (50) y organizaciones internacionales (26).
La Asociación Global de los Biocombustibles concluyó recientemente un proyecto de aplicación de los indicadores en Colombia e Indonesia. ¿Qué experiencia se obtuvo?
La FAO probó los indicadores de la Asociación en Colombia e Indonesia con el apoyo de la International Climate Initiative (ICI) del Ministerio Federal del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Seguridad Nuclear de Alemania.
Las pruebas confirmaron la gran importancia de las cuestiones ambientales, sociales y económicas que afrontan los indicadores de sostenibilidad de la bioenergía de la Asociación. También demostraron la importancia de fortalecer la capacidad de los países en desarrollo de vigilar la sostenibilidad de la bioenergía, especialmente en lo que respecta a temas complejos como las emisiones de gases de efecto invernadero y la seguridad alimentaria, como se hizo en el marco de este proyecto a través de una serie de cursos de capacitación y talleres.
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