Existe una preocupación creciente sobre el futuro de las abejas (y otros himenópteros) debido a una serie de desapariciones masivas que han dejado cientos de colmenares desiertos y a muchos apicultores arruinados. El problema es de tal envergadura que en el invierno de 2010 se perdió más del 33% de las colmenas en USA.
Desde tiempos inmemoriales el hombre ha aprovechado los productos de la colmena como la miel, el polen o la cera. Si antaño se “saqueaban” colmenas silvestres, en la actualidad se ha llegado a crear una relación simbiótica en la que el hombre profiere cuidados a la colmena a cambio de productos de los que ésta puede prescindir, esto es la apicultura.
Este sector tiene una importancia estratégica, no sólo por las muchas familias que viven de este negocio sino porque las abejas realizan la polinización necesaria en gran cantidad de cultivos. Si no existiera la apicultura no serían rentables cultivos como la almendra, la sandía, la manzana y un largo etcétera. Por lo tanto, la desaparición de las abejas supone una amenaza terrible para la economía mundial y el medio ambiente.
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